Centroamérica un campo misionero olvidado (1800- 1847) primera parte

Fecha:

misioncentroamericana.org

El salvador _La historia de la obra misionera en Centroamérica es sin duda una de las mas accidentadas, descuidada y difíciles para narrar en el surgimiento de la iglesia protestante en este territorio. Mucho de esto se debe a la poca documentación que actualmente se tiene de la misma.

Es mas que conocido que “El protestantismo fue introducido en la América Latina en el Siglo XIX, principalmente por emigrantes de la Gran Bretaña y los Estados Unidos de la América del Norte, la mayor parte de ellos de este último país” (Muirhead. 1959. p. 424).

Pero este hecho apela, a la obra bien organizada de entidades misioneras establecidas; pero éste no fue el caso en Centroamérica, sino hasta finales del siglo XIX. No es exageración decir que había sido olvidada por las organizaciones misioneras por muchos años, esto dio origen a que fuese llamada por el famoso misionero Hudson Taylor como “el campo misionero mas desatendido de todo el mundo” y descrita por Wilton M. Nelson como “…la región más ignorada por el Movimiento Protestante…”  (Zapata.  1982. p 9).

  • Factores que impidieron la obra misionera

El “culto a la razón” se difundió entre la aristocracia criolla, y junto a él una actitud de escepticismo hacia todo lo que no fuera parte de una “religión natural”, o en el mejor de los casos de un “cristianismo esencial”. En consecuencia, las doctrinas de los diversos cuerpos eclesiásticos debían abandonarse o relegarse a segundo plano. La Providencia era sobre todo un principio de progreso. La nueva nación era prueba palpable del progreso humano. Las doctrinas y prácticas eclesiásticas, excepto en lo absolutamente esencial, parecían ser restos de una época pasada, lastre innecesario que se oponía al progreso universal. (González. 2003. Tomo 2 377).

Este periodo se presenta en la iglesia, 50 años después del gran avivamiento que  había tenido lugar  a principios  de 1726, afectando directamente a la obra misionera en Centroamérica, Robert A. Baker nos describe este periodo con cifras alarmantes en relación a la cantidad de creyentes a final de este lapso de tiempo en Estados Unidos que a la postre, sería la que desencadenaría el segundo factor:

La Guerra de Revolución marcó el principio de una rápida declinación religiosa. En adición a la pérdida de propiedades eclesiásticas y a las dificultades que confrontaba la celebración de servicios religiosos, la guerra produjo el habitual encallecimiento de la sensibilidad espiritual y alentó el relajamiento moral. Junto con estos factores, la atmósfera intelectual y teológica estaba desteñida por las especulaciones deísticas de Inglaterra, las aseveraciones ateas de Francia, y el sistema racionalista de los pensadores alemanes…  Menos del diez por ciento de la población profesaba ser cristiano inmediatamente antes del fin del período en 1789. (Baker. 2003.  p. 273)

El segundo factor ciñe sus raíces en la formación de la obra misionera organizada y las grandes negativas que se presentarían por parte de algunos representantes de la iglesia.  En 1806 a solo 17 años de que la iglesia reportara niveles alarmantes de feligreses, el joven Samuel J. Mills sintiendo la carga de los inconversos en el mundo, se reunión con otros jóvenes y tras intensas horas de oración decidieron que había que hacer algo. Esto dio como resultado que se presentaran como misioneros a la Asociación Congregacional de Massachusetts en Bradford. Esta acción fue chispa creadora de la “Junta Americana de Comisionados para Misiones Extranjeras”; pero esto no sin algunas oposiciones, “Cuando se solicito un estatuto para la junta, un alma incrédula objeto desde los bancos de los legisladores, alegando, en posición a la petición, que el país tenía una cantidad tan pequeña de cristianos que no se podía prescindir de ninguno para exportación” (Fox. 1991. p. 405). Si bien a la postre se logro el estatuto, la realidad era evidente, había tanta necesidad en el país a como lo había en el resto del mundo. Estados Unidos necesitaba ser evangelizada. A pesar de esta situación salen en 1812 los primeros misioneros americanos, pero no hacia Latinoamérica, mucho menos a Centroamérica; sino en dirección a Calcuta en la lejana e inhóspita India.

El Tercer factor nos lo presenta el historiador eclesiástico Wilton M. Nelson en su obra “Protestantism in Central America” donde expresa que: “Vemos que en la época Colonial, las puertas de la Centro América estaban herméticamente cerradas para el protestantismo. Ser protestante era ser criminal, y la Santa Inquisición se constituyo en la policía secreta que vigilaba para que no entrara (el protestantismo) y que erradicara o expulsara lo que pudiera haber entrado” (mi traducción.  p. 9). El cuarto factor fue se cierta forma resultado del anterior, éste consistió en que:

Para muchos protestantes europeos y norteamericanos, los nuevos horizontes geográficos que se abrían a las misiones no incluían la América ibérica, descubierta y colonizada por cristianos siglos antes… pensaban que el continente era ya cristiano, por ser católico, y que emprender misiones entre los católicos, cuando había tantas personas en Asia y África que ni siquiera habían oído el nombre de Jesús, véase Cristología, era un error. (González.  2003.  p. 478).

A cómo podemos notar, era poco probable esperar que se desarrollara una conciencia misionológica para esta área, que en este momento histórico era pequeña, tanto territorial, política y comercialmente hablando. Debemos de recordar que éste sector formado actualmente por cinco países, había sido conquistado casi en su totalidad por la corona española. Decimos “casi”, ya que la corona inglesa había logrado tener dominio sobre la parte Caribe de la actual Honduras y Nicaragua, territorio antes conocido como la Reserva de la Mosquitía, habitad de los indios Misquitos. Esta situación había traído como consecuencia una diferencia en los métodos de colonización utilizados por ambos reinos. Por un lado, los españoles conquistaron e impusieron su religión a la fuerza. Por el otro, los ingleses habían entablado buena amistad y vínculos comerciales con los aguerridos indígenas.  Estos últimos “sin imponer su religión”.

Continuara ….

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