La vida cristiana no es un camino de rosas y algodones, Jesús dijo que era un camino angosto y difícil de transitar. Imagínalo como un camino muy muy delgado con el filo de una montaña a un lado y al otro un profundo precipicio.
Sabes que mientras te mantengas pegado a la montaña sobrevivirás, pero hay algo en el precipicio que te atrae hacia él ¿aterrador verdad? Bueno, la verdad es que aveces se ve peor que eso.
Si has abrazado la fe, notarás que hay una tensión permanente entre lo que debemos hacer según Dios y lo que queremos hacer según nosotros. Es una lucha intensa entre los deseos de la carne y del Espíritu, pero hay un elemento que no debemos ignorar, el diablo, el enemigo de nuestras almas está continuamente trabajando para pararse en nuestras debilidades y arrojarnos al precipicio de la perdición. No es que él sea el responsable directo, al fin y al cabo es nuestro pecado, pero se aprovecha de nuestras debilidades para torcer nuestro andar.
Si nosotros no corremos al Señor con humildad, reconociendo que no podemos seguir en este camino por nuestras fuerzas, pronto nos veremos vencidos por esa aterradora realidad. El diablo es un enemigo más poderoso que nosotros, pero no más poderoso que Dios. Es cierto que no podemos librar una guerra cuerpo a cuerpo contra todo su arsenal, pero si podemos soportar y resistir anclados a la Palabra de Verdad y a todas las promesas del Señor para nosotros.
Seríamos necios si dormimos en medio de una guerra, pero más aún si en nuestra soberbia no acudimos al único que puede librarnos, en humillación y reconocimiento de que él es nuestro protector y nuestro guardador.
Al Señor Jesucristo sea la Gloria.
Este es un mensaje de la Mision Centroamericana.